El economista Carlos Aranda advierte que la crisis económica boliviana combina inflación alta, estancamiento del crecimiento y mayor pobreza. Cuestiona la falta de respuestas claras de los candidatos a la presidencia y plantea la necesidad urgente de un ajuste fiscal profundo.
Bolivia se enfrenta a una combinación peligrosa de alta inflación, bajo crecimiento económico y mayor desigualdad. Así lo alerta Carlos Aranda, economista e investigador del Centro de Estudios Populi, quien señala que Bolivia ya atraviesa una fase de estanflación. El diagnóstico es claro: pérdida de poder adquisitivo, incertidumbre cambiaria, presión sobre el Banco Central y un déficit fiscal insostenible que debe ser enfrentado con medidas duras y urgentes.
En una entrevista con el programa ¡Qué semana!, de EL DEBER Radio, Aranda desmenuzó los datos del INE, cuestionó las promesas electorales y advirtió que el 2025 podría ser aún más complejo si no se actúa con responsabilidad. “Los ingresos reales se han desplomado; la gente lo siente en el bolsillo”, afirmó.
Carlos Aranda no necesita muchas cifras para describir el drama económico que viven las familias bolivianas. Pero las tiene: “Si ganabas 1.000 bolivianos en enero, hoy tu poder de compra real es de 800 u 850”.
La inflación acumulada en el primer semestre de 2025 llegó al 15,53%, y aunque el Gobierno había proyectado un tope del 8,7% para todo el año, la realidad lo ha sobrepasado.
A esto se suma un crecimiento económico raquítico: 0,73% del PIB en 2024, según datos del propio INE. “Si la población crece al 2%, como es habitual, eso quiere decir que la producción por persona ha caído. Es decir, somos más pobres”, remarca.
Esto confirma un escenario de estanflación: una combinación de estancamiento económico e inflación. “Estamos en lo que los economistas denominamos técnicamente estanflación: una economía que no crece, mientras los ingresos pierden valor por la pérdida del poder adquisitivo causada por la inflación”, explicó Aranda.
Aranda asegura que las cifras oficiales incluso subestiman la realidad: “Los pañales han subido 40%, el desodorante 60%, el café un 75%. La gente está dejando de consumir, cambiando calidad por precio y recortando hasta lo básico”.
“El déficit fiscal está fuera de control”
Uno de los puntos más críticos, según Aranda, es el agujero fiscal. “El déficit está siendo financiado con emisión monetaria. El dinero en circulación ha crecido un 20%, mientras que la economía solo creció 0,73%. Eso explica parte de la presión inflacionaria”, señala.
Explica que Bolivia no accede con facilidad al financiamiento externo y ha optado por endeudarse con el Banco Central, lo que implica imprimir más billetes sin respaldo productivo. “Este modelo no es sostenible. Si no se hace un ajuste fiscal serio, ni siquiera nuevos créditos podrán resolver el problema, solo patearán la crisis para adelante”.
Aranda pone énfasis en que la inflación afecta con mayor dureza a los sectores más vulnerables. “El 54% de la población gana menos de Bs 2.400. Esa gente no puede ahorrar, ni protegerse contra la inflación. Todo su ingreso se va en comida, alquiler y servicios básicos”.
En contraste, sectores con mayores ingresos logran proteger su patrimonio: compran dólares, inmuebles o criptomonedas. “Eso genera una brecha creciente de desigualdad. Mientras unos compran autos de lujo, otros no tienen para llenar su canasta básica”.
“Los candidatos no dicen que el ajuste será durísimo”
Consultado sobre las propuestas de los candidatos, Aranda es claro: “Ocho de cada diez programas reconocen que hay un problema fiscal, que la emisión es un problema y que la inflación está relacionada. El problema es que no todos se atreven a decir que el ajuste será durísimo”.
Critica que se opte por medidas paliativas en lugar de cirugía económica. “El enfermo necesita ir a quirófano. Algunos proponen analgésicos, pero eso no cura nada”, dijo.
Menciona como ejemplo el plan de Manfred Reyes Villa, que plantea eliminar el subsidio a los combustibles sin aumentar el precio y estabilizar el dólar entre 7 y 8 bolivianos con una inyección de $us 10.000 millones mediante titularización. “Eso no es viable. El dólar hoy, en libre flotación, estaría entre 13 y 14 bolivianos. Prometer lo otro es simplemente irreal”.
Aranda advierte que entre agosto y fin de año Bolivia enfrentará dificultades para pagar la deuda externa o importar combustibles, lo que obligará a elegir entre una u otra prioridad. “Ambas cosas no se podrán hacer al mismo tiempo si no entran más dólares”.
Bonos soberanos
El 2027, además, se vencen los bonos soberanos por $us 1.000 millones emitidos en 2017. “Será una carga muy dura para quien asuma el poder. La calificadora Standard & Poor’s ya lo advirtió al rebajar la nota de Bolivia a ‘CCC-’”.
Varios candidatos proponen restaurar la confianza en el sistema financiero para que la gente vuelva a depositar sus dólares en los bancos. Aranda lo considera **irrealista**. “El Banco Central aún no ha devuelto los $us 2.000 millones que tomó de los bancos comerciales. ¿Por qué alguien confiaría en el sistema si no le han devuelto lo que ya tenía?”
A pesar del sombrío panorama, Aranda se muestra moderadamente optimista: “Bolivia tiene recursos naturales, potencial agrícola y espacio para crecer si se ordena la casa. Pero primero hay que afrontar un año muy duro, el del ajuste”.
Concluye con una advertencia: “El 2025 será el año del bisturí. Lo importante es no negar la cirugía y que el ajuste no caiga todo sobre los más pobres”.
Más historias
Gobierno asegura que el nivel la deuda externa no es un problema para la economía boliviana
Santa Cruz suma otra fila: ahora escasean las garrafas de GLP
Empresaria ante escasez de diésel: “Vamos a vender nuestros buses nuevos, esto ya no tiene solución”